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miércoles, 15 de agosto de 2012

El sentido escatológico de las Fiestas de la Transfiguración y la Dormición

Hoy comienza el Ayuno de la Madre de Dios, para prepararnos a la Fiesta de la Dormición de la Santísima Madre de Dios el 28 de agosto (15 de agosto según calendario Juliano), y además este domingo próximo, 19 de agosto (6 de agosto según calendario Juliano), celebraremos la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo en el Monte Tabor. Me pareció entonces oportuno publicar algo referente a éstas fiestas tan importantes para el Oriente Cristiano.

Comparto entonces, este material sobre el sentido escatológico de las Fiestas de la Transfiguración y la Dormición, se trata de un extracto de una tesis doctoral presentada en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, por Carlos Rosell de Almeida (2007), publicada con el nombre de "La Escatología Ortodoxa".


PRINCIPALES FIESTAS LITÚRGICAS ORTODOXAS CON UNA RELEVANCIA ESCATOLÓGICA

En la liturgia ortodoxa todas las celebraciones poseen una marcada orientación escatológica. Sin embargo, destacan de manera particular algunas celebraciones. En primer lugar, sobresale el domingo de Pascua –la fiesta de las fiestas– alrededor del cual gira todo el calendario litúrgico bizantino, y a partir del cual queda iluminada toda celebración.

Dentro de las «grandes fiestas», poseen un marcado carácter escatológico: la Ascensión del Señor, la Transfiguración en el Tabor y la Dormición de la Virgen. En un rango inferior, se ubica el «domingo del juicio final» –el domingo de carnaval– en el cual la Iglesia ortodoxa celebra la llegada de Cristo-juez escatológico. Con referencia a los difuntos, destacan dos conmemoraciones: el sábado víspera del domingo del juicio final –el llamado «sábado de las almas»– y el sábado víspera de Pentecostés. Además se acostumbra recordar a los difuntos en los oficios de los sábados.

LA FIESTA DE LA TRASFIGURACIÓN: la humanidad transfigurada de Cristo es modelo de la divinización escatológica del hombre


La Transfiguración, Rublev

La fiesta bizantina de la Transfiguración del Señor lleva un marcado carácter cristológico, antropológico y escatológico (150). Es una fiesta que forma parte del ciclo fijo en el calendario litúrgico bizantino. Se celebra el día 6 de agosto y las diversas oraciones contienen una gran riqueza doctrinal y teológica. El misterio de la transfiguración de Cristo siempre ha gozado en la Iglesia ortodoxa de una gran importancia, pues aparece como el «icono» de la deificación escatológica del hombre por su incorporación a Cristo. En el Tabor, Cristo hace visible la gloria de su humanidad –gloria que le corresponde en razón de la unión hipostática– anticipando de esa manera su resurrección y mostrándose a la vez como prototipo de la divinización escatológica del hombre y del cosmos (151).


«Tú oh Cristo que con manos invisibles habías plasmado el hombre a tu imagen, haz mostrado cual fue tu belleza arquetípica en la criatura: y no como en una imagen la haz mostrado, sino como eres tú por esencia, Dios y hombre» (152).


Con su transfiguración, el Señor revela que el hombre también puede alcanzar la gloria de la transfiguración por la gracia de la filiación divina. La transfiguración de Cristo es imagen de la salvación de la humanidad: si la salvación es fundamentalmente divinización, el momentáneo brillar de la humanidad de Cristo es una prenda de nuestra propia divinización y salvación.


«Hoy, por la divina transfiguración, toda la naturaleza mortal, ya divinamente resplandeciente, y con alegría aclama: se transfigura Cristo para salvar a todos»(153).


«Celebrando en este día la vigilia de la santísima y gloriosa transfiguración, glorificamos a Cristo que ha transformado nuestra naturaleza con el fuego de la divinidad y, como al origen, la ha restablecido resplandeciente de incorruptibilidad»(154).


«Aquel que en un tiempo, mediante símbolos había hablado con Moisés sobre el monte Sinaí, diciendo «Yo soy el que soy», transfigurándose hoy sobre el monte Tabor ante la presencia de los discípulos, ha mostrado como en Él, la naturaleza humana recobra la belleza primera de la imagen...»(155).


«... Subido en efecto sobre este monte, oh Salvador, junto a tus discípulos, transfigurándote haz devuelto de nuevo radiante la naturaleza un tiempo obscurecida en Adán, haciéndola pasar a la gloria y al esplendor de tu divinidad. Nosotros pues a ti te aclamamos: Artífice del universo, Señor, gloria a ti» (156).


La fiesta de la transfiguración es por tanto toda una catequesis sobre la divinización o deificación del hombre. Esta divinización se incoa ya en la tierra pero está destinada a alcanzar su consumación en el último día, teniendo como modelo la imagen de la humanidad transfigurada de Cristo en el Tabor. En Cristo se percibe lo que nosotros llegaremos a ser en el éschaton; de ahí que la liturgia bizantina proclame que el misterio de la transfiguración del Señor equivale a la promesa de la gloria futura de los ciudadanos del cielo.

«Para mostrar la transformación de los mortales asuntos en tu gloria, oh Salvador, al momento de tu segunda y tremenda venida, sobre el monte Tabor Tú te haz transfigurado...»(157).


«Has limpiado con el agua y con el fuego la naturaleza humana manchada. Muestras el resplandor por tu carne, habiéndote iluminado más que el sol, a imagen de la gloria futura»(158).

LA DORMICIÓN DE LA THEOTOKOS: icono de la muerte cristiana


La Dormición, Rublev

La fiesta de la Asunción, más conocida en el Oriente como «la Dormición de la Virgen», es celebrada el día 15 de agosto y posee una fuerte impronta escatológica. En la liturgia bizantina, aparece como uno de los últimos misterios que se relacionan con el Verbo encarnado. La Dormición de la Theotokos se presenta como «tipo» de la muerte cristiana, pues la Virgen con su partida de este mundo, revela la condición última del hombre (159).

El «más allá» de una persona –como la Virgen– que vivió en comunión con Cristo es un estado de participación en la vida eterna. Como hemos visto, la escatología ortodoxa enseña que hasta el juicio final, la retribución es incompleta tanto para los santos como para los impíos. Ambos esperan la Parusía para entrar definitivamente en el cielo o en el infierno. Sin embargo, la ortodoxia proclama en esta fiesta –aunque con un lenguaje impreciso– que la Virgen ya entró en el Reino eterno; por eso, ella aparece como el icono de nuestra bienaventuranza escatológica. Andronikov afirma que su dormición –su muerte (160)– es la prefiguración gloriosa de la resurrección de los hombres (161). Nos muestra la victoria de la vida sobre la muerte, gracias a la participación en la resurrección de Cristo (162).

La Iglesia ortodoxa no ha proclamado dogmáticamente –como ha hecho la Iglesia católica (163) – que la Virgen fue asunta al cielo en cuerpo y alma una vez que concluyó su peregrinación por la tierra (164). Sin embargo, los textos litúrgicos de la fiesta (165) sugieren esta verdad, porque la ortodoxia canta en este día que la tumba de la Virgen se ha convertido en «escalera» del cielo. La Theotokos, por su comunión con Cristo, ha pasado a la vida sin fin. Así, en la fiesta de la Dormición se celebra el paso de la Virgen de la muerte a la «vida eterna» y se acude a su eficaz intercesión (166).


«Extraordinario prodigio, La fuente de la vida es depositada en un sepulcro, y la tumba se hace escalera hacia el cielo...» (167).


«Oh, las maravillas de la siempre Virgen y Madre de Dios. Ellas trascienden el pensamiento. Ha convertido en paraíso la tumba que habitaba...» (168).


«En el parto has conservado la virginidad, con tu dormición no has abandonado el mundo, oh Madre de Dios. Has pasado a la vida, tú que eres Madre de la vida y con tu intercesión rescatas de la muerte nuestra alma» (169).


«Tumba y muerte no han retenido a la Madre de Dios, siempre despierta con su intercesión e inmutable esperanza con su protección, cual Madre de la vida, a la vida la ha trasladado aquel que en su regazo siempre Virgen, había tomado morada» (170).


«Son vencidas en ti las leyes de la naturaleza, oh Virgen inmaculada: tu parto en efecto es virginal, y tu muerte ha atraído la vida. Oh tú que después del parto eres Virgen, y después de muerta vives. Salva siempre, oh Madre de Dios, tu heredad» (171).


La fiesta de la Dormición de la Virgen contempla también a los apóstoles y los ángeles reunidos alrededor de la Madre de Dios en el momento de su tránsito al cielo; para Andronikov, esta imagen evoca el acompañamiento de la Iglesia en el momento de la muerte. Alrededor del cuerpo del difunto, se tejen lazos de unión: los vivos, los santos y los ángeles entran en comunión con el difunto mediante sus oraciones. A ejemplo de la Dormición –señala Andronikov–, todo oficio fúnebre es un icono de la Iglesia unida en oración. Por esta razón, la alegría debe ganar a la tristeza porque en la muerte del cristiano, la fuerza salvífica de la Pascua de Cristo y la intercesión de su cuerpo entero están actuando (172).


«Cuando era ya el próximo tránsito de la morada pura de tu cuerpo, los apóstoles circundando tu lecho, te miraban con temblor, mientras los unos continuaban fijos presos de estupor. Pedro entre lágrimas te gritaba: oh Virgen, yo veo en ti, la vida, porque en ti ha vivido el gozo de la vida futura. Suplica pues con ardor o Inmaculada a tu Hijo y Dios, para que tu ciudad sea custodiada ilesa»(173).




NOTAS:

150. Constantin Andronikov señala que la fiesta de la transfiguración se constituye en la fiesta más teológica y la consumación prefigurada de las demás. Es un acontecimiento que en potencia y en acto se constituye en símbolo de la Pascua más allá del tiempo; es decir, de la resurrección en la eternidad y en la gloria, cuando Dios sea todo en todos. Cf. C. ANDRONIKOF, Les sens des fêtes, Paris 1970, pp. 243- 244.
151. «La transfiguración profetiza in actu un estado de la creación unida a su Creador, que debe ser establecido después de la vuelta física del Hijo en el seno de la Trinidad ». IDEM, El sentido de la liturgia. La relación entre Dios y el hombre, p. 260.
152. Tropario de la 5º oda del orthros de la gran fiesta de la transfiguración.
153. Kondákion del orthros del 5 de agosto.
154. Stichirón del orthros del día 5 de agosto.
155. Idiómelon de la gran víspera en la gran fiesta de la transfiguración.
156. Idiómelon de la gran víspera en la gran fiesta de la transfiguración.
157. Káthisma del orthros en la gran fiesta de la transfiguración
158. 7ª oda del canon del orthros del 5 de agosto.
159. Un estudio más detallado sobre el aspecto escatológico de la dormición de la Virgen en: C. ANDRONIKOV, La dormition comme type de mort Chrétienne, en A. M. TRIACCA, A. PISTOIA (eds.), La maladie et la mort du chrétien dans la liturgie. Conférences saint Serge XXIe semaine d’études liturgiques, Paris 1974, pp. 13-29; A. KNIAZEFF, Eschatologie et mariologie liturgique byzantine, en A. M. TRIACCA, A. PISTOIA (eds.), Eschatologie et liturgie. Conférences saint Serge XXXIe semaine d’études iturgiques, Paris 1984, pp. 139-154.
160. La doctrina ortodoxa habla de la muerte de la Virgen como «dormición». Hoy en día, en ámbito católico la mayoría de los teólogos parecen inclinarse por afirmar que la Virgen murió, participando de esa manera en la muerte de su Hijo. Cf. J.
NOTAS 553 L. BASTERO, María, Madre del Redentor, Pamplona 1995, pp. 266-268; J. GALLOT, Maria, nella opera della salvezza, Roma 1991, pp. 324-335.
161. «María, en efecto, es el microcosmos eclesial y, al mismo tiempo, el icono de la Iglesia, “más vasto que los cielos”. En ese sentido, es la apoteosis del hombre, porque ella es el arquetipo de la realización theantrópica, tanto en la vida como en la muerte». C. ANDRONIKOF, El sentido de la liturgia, p. 303.
162. «La dormition de la Vierge es la porte du Royaume. Elle indique d’une manière éblouissante la finalité réelle de la mort, à savoir: la victoire de la vie, la résurrection à la suite du Christ». IDEM, La dormition comme type de mort Chrétienne, en A. M. TRIACCA, A. PISTOIA (eds.), La maladie et la mort du chrétien dans la liturgie. Conférences saint Serge XXIe semaine d’études liturgiques, Paris 1974, p. 13.
163. DH 3900-3904.
164. «La única definición doctrinal sobre María formalmente aceptada por la Iglesia bizantina es el decreto del concilio de Efeso que la denominó Theotokos o “Madre de Dios”. Aunque el decreto es obviamente cristológico, y no mariológico... Esa proximidad de María a Cristo contribuyó, en Oriente, a una considerable popularidad de las tradiciones apócrifas que atestiguaban su glorificación corporal después de su muerte. Esas tradiciones encontraron su lugar más apropiado en la poesía himnográfica de la fiesta de la Dormición (Koimêsis, día 15 de agosto) pero nunca fueron objeto de especulación teológica o de definición doctrinal...». J. MEYENDORFF, Teología bizantina, pp. 307-308.
165. La fiesta de la dormición o koimesis se comenzó a celebrar en Oriente a mediados del siglo VI; por tanto, antes que en Occidente.
166. «La dormición muestra el acceso ideal a la vida eterna. La mujer ha vencido a la serpiente. El arma última del enemigo implacable no tiene ya fuerza. La Asunción es la victoria final que una criatura humana gana a la muerte realizando íntegramente la voluntad de Dios, que ella ha aceptado y asumido libremente. Ella es el retorno al jardín de Edén, a la sombra del árbol de la vida. Los querubines temibles bajan la espada de fuego, cantan himnos de alegría». C. ANDRONIKOF, El sentido de la liturgia, p. 308.
167. Aftómelon de la gran víspera en la gran fiesta de la Dormición de la Madre de Dios.
168. Tropario de la 8ª oda del orthros de la gran fiesta de la Dormición de la Madre de Dios.
169. Apolytíkion de la gran víspera en la gran fiesta de la Dormición de la Madre de Dios.
170. Kondákion del orthros de la gran fiesta de la Dormición de la Madre de Dios.
171. Irmós de la 9ª oda del orthros de la gran fiesta de la Dormición de la Madre de Dios.
172. Cf. C. ANDRONIKOV, o.c., p. 313.
173. Idiómelon del orthros de la gran fiesta de la Dormición de la Madre de Dios.